Los grandes emisores
- EE UU: país con mayores emisiones por habitante (el doble que la UE). La inercia de que la lucha contra el cambio climático hundirá su estilo de vida y la economía sigue arraigada. La Administración de Obama ha aprobado una ley para reducir las emisiones en un 17% en 2020 respecto a 2005. Mucho o poco, según se mire. Es una reducción similar a la que propone la UE pero a la vez supone sólo volver a los niveles de 1990. La diferencia está en que la UE ya ha hecho parte del trabajo y ha reducido sus emisiones un 2,7%, mientras EE UU las ha aumentado un 18%. El proyecto legislativo de Obama sigue atascado en el Senado y no estará a tiempo para la cumbre de Copenhague de diciembre. Y sin compromiso concreto por parte de EE UU, la cumbre pinta mal.
- China. El gigante es el mayor emisor del mundo, ya por delante de Estados Unidos. Pero la estadística -como todas- tiene trampa. Un chino sólo emite cinco toneladas de CO2 al año de media (por 20 de un ciudadano de EE UU y 10 de un europeo). Además, si se toman las emisiones históricas (las que desde la revolución industrial han causado el problema) China estaría aún muy lejos. Aún así China es consciente de la gravedad de la situación y vive con angustia los problemas de escasez de agua que le auguran los científicos; ahorrar energía reduciría su problema de salud pública por la contaminación en las ciudades, y la inversión en tecnología verde lanzaría aún más su ya potente industria de renovables, especialmente la fotovoltaica. Por eso acepta contener sus emisiones (no reducirlas) a cambio de ayudas multimillonarias. India, Brasil o México muestran posturas similares. Contener las emisiones sí, pero de forma voluntaria y siempre a cambio de ayudas y de que los países ricos acometan una fuerte reducción de emisiones.
- UE. La Unión Europea ha encontrado en la lucha contra el cambio climático una posición en el mundo, una forma de liderar una negociación mundial sin necesidad de poner soldados y que le permite, a la vez, reducir su dependencia energética. Por eso en Bali, en 2007, anunció de forma unilateral su plan para reducir las emisiones un 20% en 2020 con respecto a 1990 y anticipó también que en Copenhague aceptaría hasta el 30% si había un acuerdo internacional. Conservadores y progresistas, en Europa apenas hay división. Queda el checo Vaclac Klaus (al que Aznar presenta sus libros en los que niega el cambio climático) está en contra. Por eso Bruselas anda exasperada con el retraso de la Ley de Obama y prepara un plan B. Ya ha anunciado que si en Copenhague no hay acuerdo otorgará derechos de emisión gratis a buena parte de su industria pesada para evitar deslocalizaciones (fugas de carbono, en la jerga).
- Japón. Buenas noticias para el pacto por el clima. En los últimos dos años Japón y Australia han cambiado de Gobierno y han pasado de torpedear las cumbres a presentar ambiciosos planes de recorte de emisiones.
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