lunes, 28 de septiembre de 2009

Dos polos en peligro


Hablamos de cambio global cuando nos referimos "al conjunto de cambios ambientales afectados por la actividad humana, con especial referencia a cambios en los procesos que determinan el funcionamiento del sistema Tierra", como explica el oceanógrafo Carlos M. Duarte. A lo largo de la historia la Tierra ha cambiado, ha pasado progresivamente de un estado a otro provocando de forma natural cambios más severos que los que se aproximan. El problema surge cuando el hombre ha pasado a alterar el curso natural del cambio y ha llevado a acelerar y corromper el cambio, hasta tal punto que el químico atmosférico y premio Nobel Paul Crutzen bautizó la etapa actual que vive el planeta como Antropoceno, etapa en la cual las áreas polares son una significativa muestra de que el curso natural se ha alterado.

En verano del año 2007, el Océano Glaciar Ártico padeció la mayor desprovista de hielo marino desde que se tienen datos. Los modelos climáticos ni siquiera se planteaban el descenso de hielo marino en la zona del norte polar. Los recientes informes del IPCC (Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático, de Naciones unidas) prevén que para antes del año 2030 podemos tener un Océano Glaciar Ártico totalmente libre de hielo marino, suponiendo una grandísima amenaza para los procesos que controlan el funcionamiento del ecosistema polar en cuestión. Las consecuencias de un Océano Glaciar Ártico sin hielo perenne son varias. Existen los intereses socioeconómicos antes mencionados que, basados en intereses políticos, apenas conciben los efectos de los cambios físico-químicos y biológicos del deshielo.

Un Polo Norte desprovisto de hielo provocaría la desaparición de la llamada Cinta Transportadora de Calor, un mecanismo de corrientes oceánicas que se encarga de transportar el exceso de calor desde las zonas ecuatoriales a los polos y viceversa, haciendo que los climas no sean tan extremos a medida que avanzamos en latitud. El deshielo también está provocando que contaminantes (los llamados Contaminantes Orgánicos Persistentes) acumulados en el hielo (transportados a través de la atmósfera desde latitudes inferiores) sean liberados al océano y a través de este penetren en la cadena alimentaria de la zona, siendo las tribus de los inuit los más afectados. El pueblo inuit sufre tasas de mortalidad 2-6 veces superiores y esperanza de vida 5-7 años menor que la de los pueblos caucásicos del ártico, lo que se debe a que su dieta se basa en la megafauna de la zona, que a la vez se alimenta de lo que ofrece el Océano Glaciar Ártico.

La reducción de extensión de hielo también afecta a la megafauna polar, que lo usa como hábitat o plataforma, y al plancton que queda expuesto a mayor radiación y a cambios ambientales. Además de los mencionados, son infinitos los problemas que encontramos en el Ártico y preocupan a los científicos. Uno de los objetivos de la campaña ATP (Arctic Tipping Points) que estamos realizando es que no sólo los preocupados seamos los científicos sino la sociedad en general, ya que es una de las principales amenazas para el planeta que conocemos. En general, la campaña busca descubrir los umbrales de diversos procesos biológicos del ecosistema Ártico y conocer dónde se encuentran los puntos de no retorno, es decir, aquellas alteraciones provocadas por la mano del hombre que resultan irreversibles.

El Ártico resulta más vulnerable que la Antártida frente al cambio climático, al ser respectivamente un océano y un continente. Mientras que en la Antártida los hielos anuales se mantienen sobre tierra, en el Ártico han de hacerlo sobre agua. Estas características geomorfológicas dan diferente carácter a los procesos que se producen en una zona y otra. Además de esto, el Ártico cuenta con la desventaja de estar en el hemisferio Norte, hemisferio en el cual vive la mayor parte de la humanidad y en el que se produce una mayor cantidad de contaminantes que se transportan a través de la atmósfera a los polos. (Fuente: El País)

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