Con unas dimensiones de 2,5 por 1,25 centímetros, estos aparatos podrían ser montados en el techo de un coche o en el fuselaje de un avión para que vibren por efecto de la corriente de aire generada en movimiento, produciendo tensión eléctrica.
La energía generada no sería suficiente para reemplazar los motores convencionales, pero podría alimentar algunos sistemas tales como las baterías dedicadas a suministrar electricad para los paneles de control u otros pequeños aparatos electrónicos tales como teléfonos móviles.
Dirigido por el profesor Yiannis Andreopulos, los investigadores tratan ahora de optimizar los dispositivos moderando las fuerzas físicas a las que son sometidos en diferentes corrientes de aire, por ejemplo el techo de un coche o en la parte trasera de un camión.
Cuando este dispositivo se coloca en la estela de un cilindro, como la parte trasera de un coche, la corriente de aire provoca una vibración por resonancia, explica Andreopulos. En el techo de un coche, se agitarían de forma más inestable por obra de un tipo de corriente denominada capa límite de turbulencia. En Minneapolis, Andreopulos y su equipo presentarán los datos de túnel de viento que demuestran que los dispositivos trabajan en ambas situaciones.
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