Ecologístas en acción
El proyecto de cementerio nuclear que hay sobre la mesa es la construcción de un almacén para albergar los residuos radiactivos de alta actividad de las centrales nucleares españolas durante 60 años. Una instalación cuyas consecuencias, sobre el medio ambiente y la población, pueden ser devastadoras y en modo alguno obviadas a pesar del intento de compra de conciencias por parte de las administraciones y el lobby nuclear.
Este es un primer problema, ya que estamos hablando de residuos que son activos durante cientos de miles de años. Si las sociedades humanas no somos capaces de planificar de cara a los próximos 50 años, ¿cómo vamos a poder hacerlo en los próximos 10.000 o 100.000?, ¿no sería más razonable no generar esos residuos?
Acoplado al cementerio nuclear ira un Centro Tecnológico Asociado, que no es otra cosa que un reactor nuclear de transmutación que pretende conseguir las dicha tecnología para hacer que la vida de actividad radiactiva de los residuos decaiga. Sin embargo esta es una tecnología que se lleva prometiendo desde el inicio de la energía nuclear, hace más de 50 años, y de la que todavía no hay nada. En el mejor de los casos, lo que estaríamos hablando es de unos residuos que serían activos durante cientos o miles de años, una cifra que sigue escapando cualquier intento de regulación posible en las circunstancias sociales actuales y futuras.
Además este cementerio no estará exento de riesgos. Además de los accidentes propios de la falibilidad humana, Ecologistas en Acción quiere señalar tres ejemplos.
El primero es el terremoto que se produjo en julio de 2007 en Japón y que generó un escape de agua radiactiva. Japón probablemente es el país que más seguridad del mundo tenga en este aspecto. Sin embargo se produjo dicho escape. Justo un mes antes se había producido un terremoto similar en Guadalajara, muy cerca de Yebra.
El segundo es el informe de los servicios secretos franceses sobra la seguridad de la última generación de reactores, el EPR. El informe plantea que estos reactores son susceptibles a un ataque tipo 11-S. Sobre el informe existe polémica, pero la mera duda ya genera inquietud.
Un tercer ejemplo es la mina de Asse en Alemania, donde se estaban guardando los residuos de este país. A pesar de la alta cualificación técnica y científica del personal alemán erraron clamorosamente al poner los residuos en un lugar que ahora tiene peligro de derrumbarse.
De este modo no es extraña la amplia respuesta social y política a la instalación del cementerio nuclear, ya que es imposible garantizar durante los próximos cientos de miles de años al seguridad de ningún emplazamiento, máxime con las limitaciones que tenemos los seres humanos.
Lo único que está sobre la mesa a favor del cementerio son los puestos de trabajo y el dinero. Sobre los puestos de trabajo, Ecologistas en Acción quiere recordar que, frente a los algo más de 300 que parece que crearía el cementerio, el final de las subvenciones a la solar fotovoltaica destruyó 20.000 el año pasado.
De este modo, lo único que queda sobre la mesa es la generosa lluvia de millones pero, ¿cuánto vale la salud? Para Ecologistas en Acción, y para cualquiera que haya sufrido cáncer, no hay compensación económica que valga que compense el aumento de probabilidades de que esto vuelva a ocurrir.
No habrá posibilidad de construir un cementerio hasta que no se detenga la generación de residuos radiactivos. Es como si nuestra casa estuviese inundada y nos preocupásemos de ver como achicamos el agua antes de cerrar el grifo.
Poner en marcha la solución a los residuos nucleares significa aprobar un calendario de cierre del parque nuclear español. Un parque nuclear que, además de los residuos nucleares tiene múltiples problemas como la inseguridad inherente a esta fuente de energía, su carácter no renovable, la dependencia que nos genera del exterior (el 100% del uranio es importado), el tapón que supone para la entrada de más energías renovables en la red (una central nuclear no se puede apagar para dar entrada a las renovables) y su inestabilidad e imprecidibilidad (en 2009 el conjunto de centrales nucleares españolas estuvo parado un total de 572 días, cuando para la recarga de “combustible” sólo tendrían que haber parado 200).
De este modo la repentina conversión a antinucleares de políticos como el Sr Montilla o la Sra Cospedal debería empezar por promover la finalización del parque nuclear español para, una vez que no se generan más residuos, pasar a ve cómo resolvemos el problema de los que ya tenemos.
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