miércoles, 18 de noviembre de 2009

La Hora de la Verdad


Por Zulay Melo Martín


El cambio climático ya es un hecho que cada vez más se va haciendo notar en nuestra sociedad. La biosfera está en peligro y los culpables somos nosotros.

El colapso de los ecosistemas hace que la búsqueda de recursos sea esencial para mantener nuestro nivel de vida, de ahí surge la lucha por un desarrollo sostenible.

Muchos científicos y ecologistas nos intentan explicar el efecto invernadero y el efecto ricitos de oro, para que entendamos la gravedad del asunto.

En este primer fenómeno determinados gases, que son componentes de la atmósfera, retienen la energía que el suelo terrestre emite y una parte de la misma la reemiten a la superficie de la Tierra. Evita que gran parte de la energía emitida por la Tierra se trasmita directamente al espacio, lo que provocaría un continuo enfriamiento de la superficie terrestre e impediría la vida. El efecto invernadero se está viendo acentuado por la emisión de ciertos gases debidos a la actividad humana, como el dióxido de carbono y el metano, que está produciendo un calentamiento en la Tierra.

El segundo fenómeno sencillamente compara un rizo del pelo con la situación de nuestro planeta en cuanto a la distancia que lo separa del Sol: no estamos ni en la zona más alejada y fría ni en la más cercana y caliente, estamos justo en el medio, en la zona perfecta para la vida.

Poseemos dos características que nos diferencian y nos hacen superiores al resto de los animales. Una es nuestra capacidad para comunicarnos y la otra nuestra capacidad para construir objetos o herramientas.

La mente humana es la clave de nuestra supervivencia, por lo que podemos cambiar el futuro con lo que hacemos hoy.

Hoy en día, nos centramos en la economía y nos olvidamos de la naturaleza, la cual se convirtió en recurso con la Revolución Industrial. Hemos olvidado los tiempos en los que se temía y veneraba a la Naturaleza, en los que se procuraba no molestarla para que ella se portara bien con las insignificantes vidas que dependían del Sol, la lluvia y la tierra.

El incremento exponencial de la población debido al desarrollo tecnológico, social y de la medicina agota más rápido que antes los recursos que sacamos del interior de la tierra.

La explotación del carbono como recurso humano y el petróleo como base de la economía actual, agrava enfermedades antes poco comunes como el asma y provoca, como ya he recalcado, el calentamiento global gracias a la contaminación que causan estas energías no renovables.

Otro punto clave de nuestra escasa piedad hacia la Naturaleza es la desertización debida a la descontrolada tala de árboles, lo que provoca, además de un incremento del CO2 en la atmósfera por la disminución de plantas que lo transformen en oxígeno, lluvias irregulares que desembocan en riadas que destruyen los asentamientos de población o de animales que tienen su hábitat ahí y la erosión del suelo.

El aumento de la temperatura, aunque sean unas pocas décimas en la media global, puede desencadenar una serie de cambios importantes, no sólo para los pequeños ecosistemas o algunas especies aisladas, sino para nosotros. Esto se puede apreciar si miramos atrás en el tiempo, hacia las grandes glaciaciones que ha habido en nuestro planeta, en las que unos pocos grados extinguieron a las grandes especies que dominaban la Tierra en esa época. Es más, no sólo podríamos provocar nuestra propia extinción, la del ser humano, sino que nuestro querido planeta tierra podría llegar a ser un planeta desolado por las altas temperaturas y mortales lluvias ácidas como lo es Marte en la actualidad, sin un ápice de vida.

Tenemos que tener en cuenta que lo que se haga en un lugar, afecta a otro. Si sólo algunos intentan arreglarlo, en contra del resto del mundo, no servirá de mucho, y menos aún si esa pequeña minoría no dispone del poder necesario para arreglar lo echo durante este último siglo.

Es tal la ignorancia que hemos tenido que desde que comenzó nuestra gran transformación tecnológica, que el inmenso y esplendido mar ha sido nuestro gran contenedor de basura desde entonces. Ahora se puede observar como, por así decirlo, esto nos ha explotado en la cara. Ya que, todo lo que hemos ido tirando al mar, nos llega a nosotros irremediablemente a través de lo que comemos, al estar el ser humano en la cima de la cadena alimenticia.

Esto se puede entender con facilidad: imagínate que tiro mercurio al mar, por ejemplo, ese mercurio quedaría suspendida en el agua hasta que un inocente pez se la tragara pensando que sería comestible, ese pez iría a parar al estómago de un pez más grande, ese pez al de un animal más grande aún, y ese a otro,…; y así hasta acabar en nosotros, junto con ese mercurio y muchas otras sustancias nocivas para nuestro organismo.

Muchos nos preguntamos el por qué nuestros representantes políticos no hacen nada para evitar el desastre, y es que la industria de combustibles fósiles tiene más poder que los gobiernos. Por otro lado, el dinero y la corrupción en el sistema político de hoy en día no es que ayude mucho en la lucha contra el cambio climático.

Estoy de acuerdo con la solución que proponen algunos ecologistas: bajar la renta del trabajador medio y subir los impuestos de la gasolina, haciendo que paguen los que contaminan.

El principal problema de la sociedad es su ideología consumista, la cual está en auge. Sólo pensamos en ganar dinero para gastar y gastar; ya no estamos directamente en contacto con la naturaleza, nos basta con ir al supermercado para obtener los alimentos en vez de cultivarlos nosotros mismos, lo que sería más sano.

Como la cosa siga así, perderemos la biodiversidad de la que disfrutamos, e incluso podemos desaparecer nosotros mismos de la faz de la Tierra. Aunque si observamos lo que ha sucedido en el planeta a lo largo de los años, la extinción es algo natural en el ciclo de la vida.

El caso es que contamos con la energía necesaria para un desarrollo sostenible, de crear una nueva economía acorde con el medio ambiente. Lo difícil será en ese caso crearla a tiempo.

Ayudarían bastante dar incentivos a las ciudades para que se adapten y hagan lo necesario para mejorar la situación del planeta. Aunque no sólo los ricos y con poder pueden hacer algo, nosotros podemos contribuir día a día reciclando los residuos que generamos, reutilizando lo que podemos volver a utilizar o reduciendo los residuos orgánicos lo máximo posible. También luchamos contra el calentamiento global votando y eligiendo bien a nuestros políticos y los productos que consumimos, mostrándonos conformes con unas ideas o con otras.

No debemos dejar que los objetos materiales sean el centro de nuestra vida, sino las cosas verdaderamente importantes, como son nuestras familias y amigos. Además de considerar el dinero como un medio para conseguir cosas esenciales como alimentos o estudios, y no como el fin u objetivo de nuestra vida.

En mi opinión, es muy importante para lograr un desarrollo sostenible concienzar a la población, con charlas y exposiciones sobre el tema en la televisión. Sobretodo a los más jóvenes, creando una asignatura obligatoria desde el colegio que les enseñe la importancia de las “3 erres” y que les inculque el amor hacia el lugar en el que se viva y hacia el mundo en general, además de un uso inteligente de los recursos.

Se dice que el ecologismo desde hace unos años es un tema de unión entre personas de diferentes países, pero es algo más, nos intenta prevenir de un futuro no deseado.

Ahora, sabiendo todo esto, lo que queda claro es que la reacción que tenga la humanidad ante el problema inminente que es el cambio climático podría salvar el mundo.

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